La Vuelta de Martin Fierro Capitulo 27: He servido en la frontera En un cuerpo de milicias; No por razón de justicia Como sirve cualesquiera. La bolilla me tocó De ir a pasar malos ratos Por la facultá del ñato, Que tanto me persiguió. Y sufrí en aquel infierno Esa dura penitencia, Por una malaquerencia De un oficial subalterno. No repetiré las quejas De lo que se sufre allá: Son cosas muy dichas ya Y hasta olvidadas, de viejas. Siempre el mesmo trabajar, Siempre el mesmo sacrificio, Es siempre el mesmo servicio, Y el mesmo nunca pagar. Siempre cubiertos de harapos, Siempre desnudos y pobres, Nunca le pagan un cobre Ni le dan jamás un trapo. Sin sueldo y sin uniforme Lo pasa uno aunque sucumba: Confórmese con la tumba; Y si no... no se conforme. Pues si usté se ensoberbece O no anda muy voluntario, Le aplican un novenario De estacas... que lo enloquecen. Andan como pordioseros Sin que un peso los alumbre, Porque han tomao la costumbre De deberle años enteros. Siempre hablan de lo que cuesta; Que allá se gasta un platal: !Pues yo no he visto ni un rial En lo que duró la fiesta! Es servicio estrordinario Bajo el jusil y la vara, Sin que sepamos qué cara Le ha dao Dios al Comisario. Pues si va a hacer la revista Se vuelve como una bala: Es lo mesmo que luz mala Para perderse de vista; Y de yapa cuando va, Todo parece estudiao: Van con meses atrasaos De gente que ya no está; Pues si adrede que lo hagan, Podrán hacerlo mejor: Cuando cai, cai con la paga Del contingente anterior; Porque son como sentencia Para buscar al ausente, Y el pobre que está presente Que perezca en la endigencia; Hasta que, tanto aguantar El rigor con que lo tratan O se resierta, o lo matan, O lo largan sin pagar. De ese modo es el pastel, Porque el gaucho -ya es un hecho- No tiene ningún derecho, Ni naides vuelve por él. !La gente vive marchita! Si viera cuando echan tropa: Les vuela a todos la ropa Que parecen banderitas. De todos modos lo cargan, Y al cabo de tanto andar, Cuando lo largan, lo largan Como pa echarse a la mar. Si alguna prenda le han dao Se la vuelven a quitar: Poncho, caballo, recao, Todo tiene que dejar. Y esos pobres infelices, Al volver a su destino, Salen como unos Longinos Sin tener con que cubrirse. A mí me daba congojas El mirarlos de ese modo, Pues el más aviao de todos Es un perejil sin hojas. Aura poco ha sucedido, Con un invierno tan crudo, Largarlos a pie y desnudos Pa volver a su partido. Y tan duro es lo que pasa Que, en aquella situación, Les niegan un mancarrón Para volver a su casa. !Lo tratan como a un infiel! Completan su sacrificio No dándole ni un papel Que acredite su servicio. Y tiene que regresar Más pobre de lo que jué; Por supuesto, a la mercé Del que lo quiere agarrar. Y no averigüe después De los bienes que dejó: De hambre, su mujer vendió por dos lo que vale diez. Y como están convenidos A jugarle manganeta, A reclamar no se meta, Porque ése es tiempo perdido. Y luego, si a alguna estancia A pedir carne se arrima, Al punto le cain encima Con la ley de la vagancia. Y ya es tiempo, pienso yo, De no dar más contingente: Si el Gobierno quiere gente, Que la pague y se acabó. Y saco así en conclusión, En medio de mi inorancia, Que aquí el nacer en estancia Es como una maldición. Y digo, aunque no me cuadre Decir lo que naides dijo: La Provincia es una madre Que no defiende a sus hijos. Mueren en alguna loma En defensa de la ley, O andan lo mesmo que el güey, Arando pa que otros coman. Y he de decir ansí mismo Porque de adentro me brota Que no tiene patriotismo Quien no cuida al compatriota.
lunes, 4 de febrero de 2013
La Vuelta de Martin Fierro Capitulo 27:
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