domingo, 3 de febrero de 2013

El Gaucho Martin Fierro Capitulo 12:


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 12:
    Yo no sé qué tantos meses
    esta vida me duró;
    a veces nos obligó
    la miseria a comer potro:
    me había acompañao con otros
    tan desgraciaos como yo

    Mas para qué platicar
    sobre esos males, canejos ?
    nace el gaucho y se hace viejo,
    sin que mejore su suerte,
    hasta que por ahi la muerte
    sale a cobrarle el pellejo

    Pero como no hay desgracia
    que no acabe alguna vez,
    me aconteció que después
    de sufrir tanto rigor,
    un amigo, por favor,
    me compuso con el Juez.

    Le alvertiré que en mi pago
    ya no va quedando un criollo:
    se los ha tragao el hoyo,
    o juido o muerto en la guerra;
    porque, amigo, en esta tierra
    nunca se acaba el embrollo.

    Colijo que jué por eso
    que me llamó el Juez un día,
    y me dijo que quería
    hacerme a su lao venir,
    y que dentrase a servir
    de soldao de polecía.

    Y me largó una proclama
    tratandome de valiente;
    que yo era un hombre decente,
    y que dende aquel momento
    me nombraba de sargento
    pa que mandara la gente.

    Ansí estuve en la partida,
    pero ?qué había de mandar?
    anoche al irlo a tomar
    vide güena coyontura,
    y a mí no me gusta andar
    con la lata a la cintura.
    ..............................

    Ya conoce, pues, quién soy;
    tenga confianza conmigo:
    Cruz le dio mano de amigo,
    y no lo ha de abandonar;
    juntos podemos buscar
    pa los dos un mesmo abrigo.

    Andaremos de matreros
    si es preciso pa salvar;
    nunca nos ha de faltar
    ni un güen pingo pa juir,
    ni un pajal ande dormir,
    ni un matambre que ensartar.

    Y cuando sin trapo alguno
    nos haiga el tiempo dejao,
    yo le pediré emprestao
    el cuero a cualquiera lobo,
    y hago un poncho, si lo sobo,
    mejor que poncho engomao.

    Para mí la cola es pecho
    y el espinazo es cadera
    hago mi nido ande quiera
    y de lo que encuentro como;
    me echo tierra sobre el lomo
    y me apeo en cualquier tranquera.

    Y dejo rodar la bola,
    que algún día se ha de parar...
    tiene el gaucho que aguantar
    hasta que lo trague el hoyo,
    o hasta que venga algún criollo
    en esta tierra a mandar.

    Lo miran al pobre gaucho
    como carne de cogote:
    lo tratan al estricote
    y si ansí las cosas andan,
    porque quieren los que mandan,
    aguantemos los azotes.

    !Pucha! si usté los oyera,
    como yo en una ocasión
    tuita la conversación
    que con otro tuvo el Juez;
    le asiguro que esa vez
    se me achicó el corazon.

    Hablaban de hacerse ricos
    con campos en la fronteras,
    de sacarla más ajuera,
    donde habia campos baldidos
    y llevar de los partidos
    gente que la defendiera.

    Todos se güelven proyetos
    de colonias y carriles,
    y tirar la plata a miles
    en los gringos enganchaos,
    mientras al pobre soldao
    le pelan la cucha... !ah, viles!

    Pero si siguen las cosas
    como van hasta el presente,
    puede ser que redepente
    veamos el campo disierto,
    y blanquiando solamente
    los güesos de los que han muerto.

    Hace mucho que sufrimos
    la suerte reculativa
    trabaja el gaucho y no arriba
    porque a lo mejor del caso,
    lo levantan de un sogazo
    sin dejarle ni saliva.

    De los males que sufrimos
    hablan mucho los puebleros,
    pero hacen como los teros
    para esconder sus niditos:
    en un lao pegan los gritos
    y en otro tienen los güevos.

    Y se hacen los que no aciertan
    a dar con la coyontura:
    Mientras al gaucho lo apura
    con rigor la autoridá,
    ellos a la enfermedá
    le están errando la cura.

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