domingo, 3 de febrero de 2013

El Gaucho Martin Fierro Capitulo 13:


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 13:
    MARTIN FIERRO

    -Ya veo que somos los dos
    astillas del mesmo palo:
    yo paso por gaucho malo
    y usté anda del mesmo modo;
    y yo, pa acabarlo todo,
    a los indios me refalo.

    Pido perdón a mi Dios
    que tantos bienes me hizo,
    pero dende que es preciso
    que viva entre los infeles,
    yo seré cruel con los crueles:
    ansi mi suerte lo quiso.

    Dios formó lindas las flores,
    delicadas como son;
    le dió toda perfeción
    y cuanto él era capaz,
    pero al hombre le dió más
    cuando le dio el corazón.

    Le dió claridá a la luz,
    juerza en su carrera al viento,
    le dió vida y moviumiento
    dende la águila al gusano;
    pero más le dio al cristiano
    al darle el entendimiento.

    Y aunque a las aves les dió,
    con otras cosas que inoro,
    esos piquitos como oro
    y un plumaje como tabla
    le dió al hombre mas tesoro
    al darle una lengua que habla.

    Y dende que dio a las fieras
    esa juria tan inmensa,
    que no hay poder que las venza
    ni nada que las asombre,
    ?que menos le daría al hombre
    que el valor pa su defensa?.

    Pero tantos bienes juntos
    al darle, malicio yo
    que en sus adentros pensó
    que el hombre los precisaba
    que los bienes igualaba
    con las penas que le dió.

    Y yo empujao por las mías
    quiero salir de este infierno:
    ya no soy pichón muy tierno
    y sé manejar la lanza,
    y hasta los indios no alcanza
    la facultá de Gobierno

    Yo sé que allá los caciques
    amparan a los cristianos,
    y que los tratan de
    cuando se van por su gusto.
    !A qué andar pasando sustos...!
    alcemos el poncho y vamos.

    En la cruzada hay peligros,
    pero ni aun esto me aterra:
    yo ruedo sobre la tierra
    arrastrao por mi destino;
    y si erramos el camino...
    no es el primero que lo erra.

    Si hemos de salvar o no,
    de esto naides nos responde;
    derecho ande el sol se esconde
    tierra adentro hay que tirar;
    algun día hemos de llegar...
    despues sabremos a dónde.

    No hemos de perder el rumbo:
    los dos somos güena yunta.
    el que es gaucho ve ande apunta
    aunque inora ande se encuentra;
    pa el lao en que el sol se dentra
    pueblan los pastos la punta.

    De hambre no pereceremos,
    pues, sigún otros me han dicho,
    en los campos se hallan bichos
    de los que uno necesita...
    gamas, matacos, mulitas
    avestruces y quirquinchos.

    Cuando se anda en el desierto
    se come uno hasta las colas;
    lo han cruzao mujeres solas
    llegando al fin con salú,
    y ha de ser gaucho el ñandú
    que se escape de mis bolas.

    Tampoco a la sé le temo;
    yo la aguanto muy contento;
    busco agua olfatiando el viento
    y, dende que no soy manco,
    ande hay duraznillo blanco
    cavo, y la saco al momento.

    Allá habrá siguridá
    ya que aquí no la tenemos;
    menos males pasaremos
    y ha de haber grande alegría
    el día que nos descolguemos
    en alguna toldería.

    Fabricaremos un toldo,
    como lo hacen tantos otros,
    con unos cueros de potro,
    que sea sala y sea cocina.
    !Tal vez no falte una china
    que se apiade de nosotros!

    Allá no hay que trabajar,
    vive uno como un señor;
    de cuando en cuando un malón,
    y si de él sale con vida,
    lo pasa echao panza arriba
    mirando dar güelta el sol.

    Y ya que a juerza de golpes
    la suerte nos dejó a flus
    puede que allá veamos luz
    y se acaben nuestras penas:
    todas las tierras son güenas;
    vamosnós, amigo Cruz.

    El que maneja las bolas,
    el que sabe echar un pial
    y sentarsele a un bagual
    sin miedo de que lo baje,
    entre los mesmos salvajes
    no puede pasarlo mal.

    El amor como la guerra
    lo hace el criollo con canciones;
    a mas de eso en los malones
    podemos aviarnos de algo;
    en fin amigo, yo salgo
    de estas pelegrinaciones.

    En este punto el cantor
    buscó un porrón pa consuelo,
    echó un trago como un cielo,
    dando fin a su argumento;
    y de un golpe el instrumento
    lo hizo astillas contra el suelo.

    -Ruempo -dijo-, la guitarra,
    pa no volverme a tentar;
    ninguno la ha de tocar,
    por siguro tengaló;
    pues naides ha de cantar
    cuando este gaucho cantó.

    Y daré fin a mis coplas
    con aire de relación;
    nunca falta un preguntón
    más curioso que mujer,
    y tal vez quiera saber
    como jué la conclusión.

    Cruz y Fierro de una estancia
    una tropilla se arriaron;
    por delante se la echaron
    como criollos entendidos,
    y pronto sin ser sentidos
    por la frontera cruzaron.

    Y cuando la habían pasao,
    una madrugada clara
    le dijo Cruz que mirara
    las últimas poblaciones,
    y a Fierro dos lagrimones
    le rodaron por la cara.

    Y siguendo el fiel del rumbo
    se entraron en el desierto,
    no sé si los habrán muerto
    en alguna correría,
    pero espero que algun día
    sabré de ellos algo cierto.

    Y ya con estas noticias
    mi relacion acabé;
    por ser ciertas las conté,
    todas la desgracias dichas:
    es un telar de desdichas
    cada gaucho que usté ve.

    Pero ponga su esperanza
    en el dios que lo formó;
    y aquí me despido yo
    que he relatao a mi modo
    males que conocen todos,
    pero que naides contó.

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