domingo, 3 de febrero de 2013


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 1:
    Aquí me pongo a cantar
    Al compás de la vigüela,
    que el hombre que lo desvela
    una pena estrordinaria,
    como la ave solitaria
    con el cantar se consuela.

    Pido a los santos del cielo
    que ayuden mi pensamiento:
    les pido en este momento
    que voy a cantar mi historia
    me refresquen la memoria
    y aclaren mi entendimiento.

    Vengan santos milagrosos,
    vengan todos en mi ayuda
    que la lengua se me añuda
    y se me turba la vista;
    pido a mi Dios que me asista
    en una ocasión tan ruda.

    Yo he visto muchos cantores,
    con famas bien otenidas
    y que despues de alquiridas
    no las quieren sustentar:
    parece que sin largar
    se cansaron en partidas.

    Mas ande otro criollo pasa
    Martin Fierro ha de pasar;
    nada lo hace recular
    ni las fantasmas lo espantan,
    y dende que todos cantan
    yo tambien quiero cantar.

    Cantando me he de morir,
    cantando me han de enterrar
    y cantando he de llegar
    al pie del eterno Padre;
    dende el vientre de mi madre
    vine a este mundo a cantar.

    Que no se trabe mi lengua
    ni me falte la palabra;
    el cantar mi gloria labra
    y, poniéndomé a cantar,
    cantando me han de encontrar
    aunque la tierra se abra.

    Me siento en el plan de un bajo
    a cantar un argumento;
    como si soplara el viento
    hago tiritar los pastos.
    Con oros, copas y bastos
    juega alli mi pensamiento.

    Yo no soy cantor letrao
    mas si me pongo a cantar
    no tengo cuándo acabar
    y me envejezco cantando:
    las coplas me van brotando
    como agua de manantial.

    Con la guitarra en la mano
    ni las moscas se me arriman;
    naides me pone el pie encima,
    y, cuando el pecho se entona,
    hago gemir a la prima
    y llorar a la bordona.

    Yo soy toro en mi rodeo
    y torazo en rodeo ajeno;
    siempre me tuve por güeno
    y si me quieren probar,
    salgan otros a cantar
    y veremos quién es menos

    No me hago al lao de la güeya
    aunque vengan degollando;
    con los blandos yo soy blando
    y soy duro con los duros,
    y ninguno en un apuro
    me ha visto andar tutubiando.

    En el peligro !qué Cristos!
    el corazón se me enancha,
    pues toda la tierra es cancha,
    y de eso naides se asombre;
    el que se tiene por hombre
    ande quiera hace pata ancha.

    Soy gaucho, y entiéndaló
    como mi lengua lo esplica:
    para mi la tierra es chica
    y pudiera ser mayor;
    ni la víbora me pica
    ni quema mi frente el sol.

    Nací como nace el peje
    en el fondo de la mar;
    naides me puede quitar
    aquello que Dios me dio:
    lo que al mundo truje yo
    del mundo lo he de llevar.

    Mi gloria es vivir tan libre
    como el pájaro del cielo;
    no hago nido en este suelo
    ande hay tanto que sufrir,
    y naides me ha de seguir
    cuando yo remuento el vuelo.

    Yo no tengo en el amor
    quien me venga con querellas;
    como esas aves tan bellas
    que saltan de rama en rama,
    yo hago en el trébol mi cama,
    y me cubren las estrellas.

    Y sepan cuantos escuchan
    de mis penas el relato
    que nunca peleo ni mato
    sino por necesidá
    y que a tanta alversidá
    sólo me arrojó el mal trato.

    Y atiendan la relación
    que hace un gaucho perseguido,
    que padre y marido ha sido
    empeñoso y diligente,
    y sin embargo la gente
    lo tiene por un bandido.

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