La Vuelta de Martin Fierro Capitulo 14: Me llevó consigo un viejo Que pronto mostró la hilacha, Dejaba ver por la facha Que era medio cimarrón, Muy renegao, muy ladrón, Y le llamaban Vizcacha. Lo que el Juez iba buscando Sospecho, y no me equivoco; Pero este punto no toco Ni su secreto aviriguo; Mi tutor era un antiguo De los que ya quedan pocos; Viejo lleno de camándulas, Con un empaque a lo toro, Andaba siempre en un moro Metido no sé en qué enriedos, Con las patas como loro De estribar entre los dedos. Andaba rodiao de perros Que eran todo su placer, Jamas dejó de tener Menos de media docena, Mataba vacas ajenas Para darles de comer. Carniábamos noche a noche Alguna res en el pago, Y dejando alli el rezago Alzaba en ancas el cuero, Que se lo vendía a un pulpero Por yerba, tabaco y trago. !Ah!, viejo más comerciante En mi vida lo he encontrado. Con ese cuero robao El arreglaba el pastel, Y allí entre el pulpero y él, Se estendía el certificao. La echaba de comedido; En las transquilas, lo viera, Se ponía como una fiera Si cortaban una oveja; Pero de alzarse no deja Un vellón o unas tijeras. Una vez me dió una soba Que me hizo pedir socorro, Porque lastimé a un cachorro En el rancho de unas vascas; Y al irse se alzó unas guascas: Para eso era como zorro, "!Ahijuna!", dije entre mí, "Me has dao esta pesadumbre; Ya verás; cuanto vislumbre Una ocasión medio güena, Te he quitar la costumbre De cerdiar yeguas ajenas." Porque maté una vizcacha Otra vez me reprendió; Se lo vine a contar yo, Y no bien se lo hube dicho: "Ni me nuembres ese bicho", Me dijo, y se me enojó. Al verlo tan irritao Hallé prudente callar. "Este me va a castigar", Dije entre mí, "si se agravia." Ya vi que les tenía rabia, Y no las volví a nombrar. Una tarde halló una punta De yeguas medio bichocas; Despues que voltió unas pocas, Las cerdiaba con empeño: Yo vide venir al dueño, Pero me callé la boca. El hombre venía jurioso Y nos cayó como un rayo; Se descolgó del caballo Revoliando el arriador, Y lo cruzó de un lazazo Ahi no más a mi tutor. No atinaba don Vizcacha A qué lado disparar, Hasta que logró montar, Y, de miedo del chicote, Se lo apretó hasta el cogote, Sin pararse a contestar. Ustedes creerán tal vez Que el viejo se curaría... No, señores, lo que hacía, Con mas cuidao dende entonces, Era maniarlas de día Para cerdiar a la noche. Ese jué el hombre que estuvo Encargao de mi destino; Siempre anduvo en mal camino, Y todo aquel vecindario Decía que era un perdulario, Insufrible de dañino. Cuando el juez me lo nombró, Al dármelo de tutor, Me dijo que era un señor El que me debía cuidar, Enseñarme a trabajar Y darme la educación. !Pero que había de aprender Al lao de ese viejo paco; Que vivía como un chuncaco En los bañaos, como el tero; Un haragán, un ratero, Y más chillón que un varraco. Tampoco tenía más bienes Ni propiedad conocida Que una carreta podrida, Y las paredes sin techo De un rancho medio deshecho Que le servía de guarida. Después de las trasnochadas Allí venía a descansar; Yo desiaba aviriguar Lo que tuviera escondido, Pero nunca había podido, Pues no me dejaba entrar. Yo tenía unas jergas viejas, Que habian sido mas peludas; Y con mis carnes desnudas, El viejo, que era una fiera, Me hechaba a dormir ajuera Con unas heladas crudas. Cuando mozo jué casao, Aunque yo lo desconfío, Y decía un amigo mío Que, de arrebatao y malo, Mató a su mujer de un palo Porque le dió un mate frío. Y viudo por tal motivo Nunca se volvió a casar; No era fácil encontrar Ninguna que lo quisiera: Todas temerían llevar La suerte de la primera. Soñaba siempre con ella, Sin duda por su delito, Y decía el viejo maldito, El tiempo que estuvo enfermo, Que ella dende el mesmo infierno Lo estaba llamando a gritos.
domingo, 3 de febrero de 2013
La Vuelta de Martin Fierro Capitulo 14:
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