domingo, 3 de febrero de 2013

El Gaucho Martin Fierro Capitulo 10:


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 10:
    C R U Z
    -Amigazo, pa sufrir
    an nacido los varones;
    estas son las ocasiones
    de mostrarse un hombre juerte,
    hasta que venga la muerte
    y lo agarre a coscorrones.

    El andar tan despilchao
    ningun mérito me quita;
    sin ser un alma bendita
    me duelo del mal ajeno:
    soy un pastel con relleno
    que parece torta frita.

    Tampoco me faltan males
    y desgracias, le prevengo;
    también mis desdichas tengo,
    aunque esto poco me aflige:
    yo se hacerme el chango rengo
    cuando la cosa lo esige.

    Y con algunos ardiles
    voy viviendo, aunque rotoso;
    a veces me hago el sarnoso
    y no tengo ni un granito,
    pero al chifle voy ganoso
    como panzón al maíz frito.

    A mí no me matan penas
    mientras tenga el cuero sano;
    venga el sol en el verano
    y la escarcha en el invierno
    por qué afligirse el cristiano?

    Hagámosle cara fiera
    a los males, compañero,
    porque el zorro más matrero
    suele cair como un chorlito;
    viene por un corderito
    y en la estaca deja el cuero.

    Hoy tenemos que sufrir
    males que no tienen nombre,
    pero esto a nadies lo asombre
    porque ansina es el pastel,
    y tiene que dar el hombre
    mas güeltas que un carretel.

    Yo nunca me he de entregar
    a los brazos de la muerte;
    arrastro mi triste suerte
    paso a paso y como pueda,
    que donde el débil se queda
    se suele escapar el juerte.

    Y ricuerde cada cual
    lo que cada cual sufrió,
    que lo que es, amigo, yo,
    hago ansí la cuenta mía:
    ya lo pasado pasó;
    mañana sera otro dia.

    Yo también tuve una pilcha
    que me enllenó el corazón,
    y si en aquella ocasión
    alguien me hubiera buscao,
    siguro que me había hallao
    más prendido que un botón.

    En la güeya del querer
    no hay animal que se pierda...
    las mujeres no son lerdas,
    y todo gaucho es dotor
    si pa cantarle al amor
    tiene que templar las cuerdas.

    !Quien es de una alma tan dura
    que no quiera una mujer!
    lo alivia en su padecer:
    si no sale calavera
    es la mejor compañera
    que el hombre puede tener.

    Si es güena, no lo abandona
    cuando lo ve desgraciao,
    lo asiste con su cuidao,
    y con afán cariñoso,
    y usté tal vez ni un rebozo
    ni una pollera le ha dao.

    !Grandemente lo pasaba
    con aquella prenda mía,
    viviendo con alegría
    como la mosca en la miel!
    !amigo, qué tiempo aquél!
    !la pucha, que la quería!

    Era la águila que a un árbol
    dende las nubes bajó;
    era mas linda que el alba
    cuando va rayando el sol;
    era la flor deliciosa
    que entre el trebolar creció.

    Pero, amigo, el Comendante
    que mandaba la milicia,
    como que no desperdicia
    se fué refalando a casa;
    yo le conocí en la traza
    que el hombre traiba malicia.

    El me daba voz de amigo,
    pero no le tenía fe;
    era el jefe, y ya se ve,
    no podía competir yo;
    en mi rancho se pegó
    lo mesmo que un saguaipé.

    A poco andar, conocí
    que ya me había desbancao,
    y el siempre muy entonao,
    aunque sin darme ni un cobre,
    me tenía de lao a lao
    como encomienda de pobre.

    A cada rato, de chasque
    me hacía dir a gran distancia;
    ya me mandaba a una estancia,
    ya al pueblo, ya a la frontera;
    pero él en la comendancia
    no ponía los pies siquiera.

    Es triste a no poder más
    el hombre en su padecer,
    si no tiene una mujer
    que lo ampare y lo consuele:
    mas pa que otro se la pele
    lo mejor es no tener.

    No me gusta que otro gallo
    le cacaree a mi gallina;
    yo andaba ya con la espina,
    hasta que en una ocasión
    lo pille junto al jogón
    abrazándome a la china.

    Tenía el viejito una cara
    de ternero mal lamido,
    y al verle tan atrevido
    le dije:-!Que le aproveche!...
    que había sido pa el amor
    como gaucho pa la leche.

    Peló la espalda y se vino
    como a quererme ensartar,
    pero yo sin tutubiar
    le volví al punto a decir:
    -!Cuidado!, no te vas a per...tigo;
    poné cuarta pa salir.

    Un puntazo me largó,
    pero el cuerpo le saqué,
    y en cuanto se lo quité,
    para no matar un viejo,
    con cuidado, medio de lejos
    un palazo le asenté.

    Y como nunca al que manda
    le falta algún adulón,
    uno que en esa ocasión
    se encontraba allí presente,
    vino apretando los dientes
    como perrito mamón.

    Me hizo un tiro de revuélver
    que el hombre creyó siguro;
    era confiado y le juro
    que cerquita se arrimaba,
    pero, siempre en un apuro
    se desentumen mis tabas.

    El me siguió menudiando
    mas sin poderme acertar,
    y yo, déle culebriar,
    hasta que al fin le dentré
    y ahi no más lo despaché
    sin dejarlo resollar.

    Dentré a campiar en seguida
    al viejito enamorao...
    el pobre se había ganao
    en un noque de lejía.
    !Quién sabe cómo estaría
    del susto que había llevao!

    !Es zonzo el cristiano macho
    cuando el amor lo domina!
    el la miraba a la indina,
    y una cosa tan jedionda
    sentí yo, que ni en la fonda
    he visto tal jedentina

    Y le dije:-Pa su agüela
    han de ser esas perdices.
    Yo me tapé las narices,
    y me salí esternudando,
    y el viejo quedó olfatiando
    como chico con lumbrices.

    Cuando la mula recula,
    señal que quiere cociar,
    ansí se suele portar
    aunque ella lo disimula;
    recula como la mula
    la mujer, para olvidar.

    Alcé mis ponchos y mis prendas
    y me largué a padecer
    por culpa de una mujer
    que quiso engañar a dos;
    al rancho le dije adiós,
    para nunca más vover.

    Las mujeres, dende entonces, conocí a todas en una;
    ya no he de probar fortuna
    con carta tan conocida:
    mujer y perra parida,
    !No se me acerca ninguna!.

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