domingo, 3 de febrero de 2013

El Gaucho Martin Fierro Capitulo 2:


El Gaucho Martin Fierro
Capitulo 2:
    Ninguno me hable de penas,
    porque yo penado vivo,
    y naides se muestre altivo
    aunque en el estribo esté,
    que suele quedarse a pie
    el gaucho mas alvertido.

    Junta esperencia en la vida
    hasta pa dar y prestar
    quien la tiene que pasar
    entre sufrimiento y llanto;
    porque nada enseña tanto
    como el sufrir y el llorar.

    Viene el hombre ciego al mundo,
    cuartiándolo la esperanza,
    y a poco andar ya lo alcanzan
    las desgracias a empujones;
    ! la pucha, que trae liciones
    el tiempo con sus mudanzas!

    Yo he conocido esta tierra
    en que el paisano vivía
    y su ranchito tenía
    y sus hijos y mujer...
    era una delicia el ver
    cómo pasaba sus días.

    Entonces... cuando el lucero
    brillaba en el cielo santo,
    y los gallos con su canto
    nos decían que el día llegaba,
    a la cocina runbiaba
    el gaucho... que era un encanto.

    Y sentao junto al jogón
    a esperar que venga el día,
    al cimarrón se prendía
    hasta ponerse rechoncho,
    mientras su china dormía
    tapadita con su poncho.

    Y apenas la madrugada
    empesaba a coloriar,
    los pájaros a cantar
    y las gallinas a apiarse,
    era cosa de largarse
    cada cual a trabajar.

    Este se ata las espuelas,
    se sale el otro cantando,
    uno busca un péllon blando,
    éste un lazo, otro un rebenque,
    y los pingos relinchando
    los llaman dende el palenque.

    El que era pion domador
    enderezaba al corral,
    ande estaba el animal
    bufidos que se las pela ...
    y mas malo que su agüela
    se hacía astillas el bagual.

    Y alli el gaucho inteligente,
    en cuanto el potro enriendó,
    los cueros le acomodó
    y se le sentó en seguida
    que el hombre muestra en la vida
    la astucia que Dios le dió.

    Y en las playas corcoviando
    pedazos se hacía el sotreta
    mientras él por las paletas
    le jugaba las lloronas
    y al ruido de las caronas
    salía haciendo gambetas.

    !Ah,tiempos!... !Si era un orgullo
    ver jinetear un paisano!
    cuando era gaucho baquiano,
    aunque el potro se boliase,
    no habia uno que no parase
    con el cabresto en la mano.

    Y mientras domaban unos,
    otros al campo salían
    y la hacienda recogían,
    las manadas repuntaban,
    y ansí sin sentir pasaban
    entretenidos el día.

    Y verlos al cair la tarde
    en la cocina riunidos,
    con el juego bien prendido
    y mil cosas que contar,
    platicar muy divertidos
    hasta después de cenar.

    Y con el buche bien lleno
    era cosa superior
    irse en brazos del amor
    a dormir como la gente,
    pa empezar el día siguiente
    las fainas del día anterior.

    Ricuerdo !qué maravilla!
    cómo andaba la gauchada
    siempre alegre y bien montada
    y dispuesta pa el trabajo...
    pero hoy en día...!barajo!
    no se la ve de aporriada.

    El gaucho más infeliz
    Tenía tropilla de un pelo,
    no le faltaba un consuelo
    y andaba la gente lista...
    teniendo al campo la vista,
    solo vía hacienda y cielo.

    Cuando llegaban las yerras,
    !cosa que daba calor!
    tanto gaucho pialador
    y tironiador sin yel.
    !Ah, tiempos... pero si en él
    se ha visto tanto primor!

    Aquello no era trabajo,
    mas bien era una junción,
    y después de un güen tirón
    en que uno se daba mana,
    pa darle un trago de cana
    solía llamarlo el patrón.

    Pues vivía la mamajuana
    siempre bajo la carreta,
    y aquel que no era chancleta,
    en cuanto el goyete vía,
    sin miedo se le prendía
    como güerfano a la teta.

    !Y qué jugadas se armaban
    cuando estábamos riunidos!
    siempre íbamos prevenidos,
    pues en tales ocasiones
    a ayudarle a los piones
    caiban muchos comedidos.

    Eran los días del apuro
    y alboroto pa el hembraje,
    pa preparar los potajes
    y osequiar bien a la gente,
    y así, pues, muy grandemente,
    pasaba siempre el gauchaje.

    Vení,a la carne con cuero,
    la sabrosa carbonada,
    mazamorra pien pisada,
    los pasteles y el güen vino...
    pero ha querido el destino
    que todo aquello acabara.

    Estaba el gaucho en su pago
    con toda siguridá,
    pero aura... !barbaridá!,
    la cosa anda tan fruncida,
    que gasta el pobre la vida
    en juir de la autoridá.

    Pues si usté pisa en su rancho
    y si el alcalde lo sabe,
    lo caza lo mesmo que ave
    aunque su mujer aborte...
    !No hay tiempo que no se acabe
    ni tiento que no se corte!.

    Y al punto dése por muerto
    si el alcalde lo bolea,
    pues ahí nomas se le apea
    con una felpa de palos;
    y despues dicen que es malo
    el gaucho si los pelea.

    Y el lomo le hinchan a golpes,
    y le rompen la cabeza,
    y luego con ligereza,
    ansí lastimao y todo,
    lo amarran codo a codo
    y pa el cepo lo enderiezan.

    Ahi comienzan sus desgracias,
    ahi principia el pericón,
    porque ya no hay salvación,
    y que usté quiera o no quiera,
    lo mandan a la frontera
    o lo echan a un batallón.

    Ansí empezaron mis males
    lo mesmo que los de tantos;
    si gustan... en otros cantos
    les diré lo que he sufrido:
    despues que uno está... perdido
    no lo salvan ni los santos.

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